lunes, 17 de octubre de 2011

te daré mi alma perdida.

Tenía que escribirte, ya tocaba. Es mi pequeña forma de vomitar todo lo que me carcome por dentro y luego no me deja dormir. Sé que no lo vas a leer, mejor así desde luego. ¿Sabes? Tuvimos algo especial tú y yo. Me encantaba, me encantabas. Nunca en mi vida he sentido nada tan intenso. Me da un montón de rabia pensar que lo he perdido y un poquito de miedo también. ¿Y si no lo vuelvo a encontrar jamás? ¿y si eras tú y ya? ¿y si eras tú y entre los dos lo empujamos al desastre? De sobra sé que no era fácil, que lo llegue a pasar fatal pero compensaba, compensaba mucho. Y ahora miro hacía atrás y, ¡dios! lo que pagaría por cenar una vez más juntos en la cama, por una tarde tonta o porque me hicieras cosquillas sólo para escucharme reír. Pero bueno, ahora la gente no para de repetirme que estoy mejor así, más feliz, o eso dicen. Y yo no dejo de pensar en aquel maldito segundo en el que sentí que no podía ser más feliz, que era eso, eso era por lo que la gente vivía. Una pena.

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Se cayeron al cajón